30 septiembre 2013

"―No se enamore nunca de ninguna criatura salvaje, Mr. Bell ―le aconsejó Holly―. Esa fue la equivocación de Doc. Siempre se llevaba a su casa seres salvajes. Halcones con el ala rota. Otra vez trajo un lince rojo con una pata fracturada. Pero no hay que entregarles el corazón a los seres salvajes: cuanto más se lo entregas, más fuertes se hacen. Hasta que se sienten lo suficientemente fuertes como para huir al bosque. O subirse volando a un árbol. Y luego a otro árbol más alto. Y luego al cielo. Así terminará usted, Mr. Bell, si se entrega a alguna criatura salvaje. Terminará con la mirada fija en el cielo."

 

Truman Capote, Desayuno en Tiffany's
[traducción de Enrique Murillo]

3 comentarios:

Glo dijo...

Lo malo de esas parábolas es que son poco prácticas.

Vir dijo...

¡Cuánto me gustó ese libro! Los buenos libros nos hacen más felices, aunque sean poco prácticos.

malas pulgas dijo...

a mi me gustan más los salvajes...